MITO O LEYENDA

LEYENDA EL POZO MOLINA
El Pozo de Molina es una estación obligada en el tiempo. Hoy es considerado patrimonio común de los chinuanos;  por eso se entiende un pueblo arraigado a su tradición, porque conoce otra página del ancestro y anclado en su territorio. De aquí se extraen relatos mágicos que se van conjugando en el tiempo. El Pozo de Molina es un escenario bucólico que te da la bienvenida.  Al llegar, lo primero que se percibe es la diversidad de su naturaleza. Allí ha permanecido siempre. Es un sello que reconoce a los chinuanos y santuario del Barrio Peralonso.  Para llegar hasta allá solo se tardan varios minutos. Se recibe un latido sensible en el corazón cuando encontramos  al ermitaño Molina.
Una metáfora brillante, Chinú, ciudad Luz. El Pozo de Molina es un acuífero de poesías y un lugar de muchos atractivos; estimula la creación e inspiración de escritores, profesores, periodistas, pintores, doctores, poetas, narradores, declamadores y compositores de emblemáticas canciones que se han convertido en patrimonio cultural.
Se dice de Molina. Es penetrar al fondo de su pulso.  Son los testimonios de muchos años de existencia. La oralidad es permanente. Cuentan que desde las 4:00 de la madrugada hasta las 10:00 de la mañana, empezaba un desfile y de la largas filas de múcuras, barriles, tinajas, ollas y otros recipientes para transportar el agua, utilizando diferentes medios.  Curiosamente entre las 10:00 a 11:00 de la mañana  quedaba totalmente seco, pero bastaba una hora para estar nuevamente rebosante. Fue famosa una curva cerca del Pozo por lo angosto de su paso y para facilitar su alcance construyeron un puente. La huella de supervivencia de Molina es de 10 metros de profundidad por 3 metros de ancho. Según relatan algunos moradores, entre ellos Roque Villadiego (el viejo) que a las 12:00 del día, se escuchaba un grito extraño que se  alejaba con la fragancia de la naturaleza. Que en ciertas ocasiones veían un cura saliendo por la boca del Pozo. Se conserva otra historia, la del señor que fue por primera vez al Pozo y que permaneció durante 4 días tumbado o dormido a causa de los encantos de Molina. Otros manifiestan que allí estaba ubicado un cementerio indígena para enterrar a los  caciques menores. Durante largos años la vida cotidiana del chinuano giró entorno del Pozo de Molina.
Sus aguas son un misterio para todo foráneo que las haya saboreado. Además, en un ligero inventario común, encontramos bajo el mismo cielo colorido de Chinú: El árbol de Caucho, que se ha constituido  en guardián natural de los equinos que llegan a la cabalgata en las festividades de la Virgen del Carmen, también, la Festivalera y avejentada Tarima de Tacasuán, igualmente, la taurina y Legendaria Plaza de San Simón.

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